lunes, 8 de junio de 2015

El líder cortoplacista

 
 
¿Le ha ocurrido que en una situación de crisis empresarial, la alta dirección empieza a contratar nuevos líderes a diestra y siniestra? Hay algunos que llegan como con un perfil bajo, haciéndose amigo de todos, lo cual les hace inteligentemente ir conociendo y entendiendo el modus operandi de su nuevo lugar de trabajo, sin fricciones y sin generar barreras de comunicación y colaboración.
 
Hay otros casos en donde ocurre todo lo contrario, el líder aún no conoce el nombre de sus colaboradores, cuando lo primero que hace es llegar con la espada desenvainada cual arcángel celestial, solicitando estados financieros, descripciones de puesto, convocando a interminables reuniones en donde les hace saber a todos los subordinados que están por enfrentar cambios, que les va a doler pero es parte del proceso.
 
En cada reunión se escucharan frases que todo gran líder siempre pronuncia como por ejemplo, “los invito a subirse al tren del cambio” “hoy iniciamos una nueva historia y yo quiero que ustedes formen parte de ella” “todos juntos con su entrega y trabajo, haremos de esta empresa el mejor lugar para trabajar”, en fin; ¿quién no ha escuchado o dicho esto con anterioridad?
 
No ha pasado ni un mes desde aquel glorioso día en que entro en funciones, cuando convoca a otra reunión donde inicia con un discurso donde menciona que hace un mes les advirtió que habría cambios, que les invitó a ser parte del mismo, que les ofreció su apoyo y amistad, pero que lamentablemente hubo algunos colaboradores que han decidido emprender un camino nuevo; por lo tanto, se ve en la dolorosa necesidad de dejar ir a varios de ellos. Es obvio que entre líneas esto debe leerse e interpretarse como: los estoy despidiendo porque mostraron resistencia a mis ideas, pero por respeto a su dignidad, diremos que son ustedes “los empleados” quienes han decidido separarse de la organización.
 
Las interrogantes ante tal evento son, ¿cuántos elementos que son un verdadero capital intelectual para la organización, se pierden en el camino, debido a que preferimos conservar líderes cortoplacistas, en vez de empleados comprometidos? ¿En realidad se resisten al cambio estos elementos, o son un ejemplo de divergencia?
 
La resistencia nos habla de no querer aceptar nuevas ideas, no querer salir de la zona de confort, no querer realizar alguna actividad nueva o de una nueva manera, por miedo a que se descubra la falta de capacidad o talento, o simplemente, porque nadie les ha mostrado los beneficios de abrazar el cambio como una oportunidad de crecimiento personal y laboral.  En pocas palabras, este elemento no propone, solo se opone.
 
La divergencia por el contrario, no se opone, se impone al  defender puntos de vista que se basan en la experiencia misma que da un conocimiento profundo de la dinámica de las tareas que se ejecutan a diario en la empresa. El divergente defenderá los procesos, metodologías o negociaciones que sabe son lógicas y que fluyen de forma orgánica para llegar al logro de los objetivos. Defenderá el hecho de que si anteriormente sus ideas no fueron implementadas, no fue por una falta de visión, fue por falta de apoyo. Es posible que ante esta situación, el líder nuevo haga lo mismo que el anterior, subestimar el talento del colaborador, un colaborador que es todo, menos un líder cortoplacista.
 
Hasta aquí, tal vez ya ha podido captar el mensaje sobre a que me refiero con ser un líder cortoplacista, pero vale la pena puntualizarlo a detalle. El cortoplacismo, si bien es un hábito que parecería ser bueno, ya que es una característica de aquellos que gustan de actuar a corto plazo; puede ser el camino menos efectivo al momento de liderar grupos que no se conocen ni someramente.
 
Es muy fácil pensar que el líder en cuestión es intrépido y quiere dar resultados a corto plazo, de ahí esa naturaleza audaz de hacer cambios en menos de 30 días. Una personalidad cortoplacista, podría engañar hasta al más experto, porque en momentos donde se requiere dar resultados rápidos, los líderes que optan por tomar un tiempo, no mucho, pero si se lo toman; para conocer la dinámica del negocio y la gente que lo conforma, pueden llegar a ser etiquetados de flojos, perezosos o procrastinadores; mientras que aquellos que llegan haciendo una revolución majestuosa, son considerados el empleado del año.
 
La realidad es, para evitar confundir a los colaboradores entre un perezoso y un cortoplacista; entre uno que se resiste y otro que defiende buenas ideas de negocio; entre un líder que vende sueños y otro que muestra resultados; no hay mejor camino que establecer desde el día uno de la contratación y si se puede, desde la etapa de entrevista; cuales son los resultados que se esperan, en qué tiempo se necesitan y bajo que circunstancias. Se puede incluso, diseñar entre la dirección y el líder, el plan de trabajo que en común acuerdo se llevará a cabo para alcanzar las metas esperadas.
 
Acciones como revisiones periódicas para divisar desviaciones, aplicación de medidas preventivas y no correctivas, así como; justificación objetiva del reemplazo de la plantilla; permiten que tanto el nuevo elemento como la dirección, se sientan cómodos con las acciones que se toman y el rumbo que lleva la empresa.
 
Debemos tener claro que una cosa es dar libertad de actuación a los líderes, mientras que otra muy diferente, es permitir que agarren a la empresa y a sus empleados como sala de experimentos en momentos de crisis.
 
¿Qué opina? ¿Se queda con el líder cortoplacista o le va buscando un remplazo digno?

Maximizadores vs. Satisfactores


 
El psicólogo Barry Schwartz, quien ha escrito el libro The Paradox of Choice, el cual aborda el tema sobre las consecuencias que se tienen el vivir en una cultura occidental, donde se asume que “entre más opciones tengamos, es mejor. Cuando en realidad, más opciones para elegir, es una maldición para nuestro bienestar”
Con base a lo anterior, Schwartz divide al mundo en dos categorías de personas, aquellas que al enfrentarse ante muchas opciones buscan maximizar, u obtener lo más posible de la opción a elegir; mientras que la otra categoría se refiere a las personas que de igual forma ante muchas opciones, buscan satisfacer, o lo que es lo mismo, aceptar la primera opción que consideren cubre las necesidades. 
Es así como los maximizadores están enfocados en elegir la mejor opción, lo que ellos llamarían como la opción perfecta; y esto se puede decir que es una característica de las personas perfeccionistas. Por otro lado, los satisfactores simplemente eligen lo primero que cubra sus criterios, y siguen adelante; no toman demasiado tiempo para llegar a una resolución, ni tampoco invertirán tiempo para pensar si en verdad han elegido la mejor opción.
Los estudios realizados para determinar como es el nivel de bienestar, o lo que llamamos coloquialmente, nivel de felicidad entre maximizadores y satisfactores; arrojan que los primeros tienden a ser menos felices, presentando niveles de descontento; mientras que los satisfactores, presentan un mejor nivel de bienestar y contento en su vida diaria.
Este tipo de análisis bajado a la industria de Call & Contact Center, me hizo reflexionar como nosotros mismos al estar en la búsqueda de personal, solicitamos claramente que al candidato que debe ser un profesional con alta orientación al logro,  con alta capacidad de llegar a resultados, y con alto nivel de competitividad.
Esta redacción de habilidades a mi entender,  está diciendo entre líneas algo como: perfeccionistas-maximizadores, sean BIENVENIDOS; cualquier otro, favor de abstenerse a solicitar una entrevista de trabajo. Es obvio que buscamos que la gente a contratar o la que ya está laborando con nosotros, asuma el compromiso de realizar sus labores de manera óptima, esto es algo que busca cualquier empresa. Por lo tanto, el mensaje debería ser mucho más sencillo: colaborador que ejecute sus tareas bien y de buenas, obtendrá de la empresa el sueldo acordado, o más si es posible; colaborador que no, empresa tomará medidas con base a sus políticas.
Después de leer lo aportado por Barry Schwartz, pienso en el personal que algunas veces tuve a cargo, y ahora entiendo porque había personas que siempre se frustraban rápida y fácilmente, aun cuando se habían tomado un tiempo considerable para analizar todas y cada una de las opciones disponibles para ejecutar ciertos proyectos asignados. Me acuerdo como después de haber ponderado todos los escenarios posibles que podrían surgir de sus decisiones, los resultados de la opción elegida no les proporcionaba una satisfacción plena; siempre pensaban que pudieron  haberlo hecho mejor; cuando en realidad, no solo cumplían las metas, en ocasiones hasta se excedían, sin embargo; permanecía en ellos esa sensación de insatisfacción combinada con afán de buscar la perfección.
En el caso de los satisfactores, estaban confiados en sus decisiones y en como habían  ejecutado su trabajo; para ellos, todo lo que hacían estaba bien, no miraban atrás para lamentarse sobre el resultado obtenido.
Lo rescatable de esta enseñanza creo yo, es aprender que estos dos perfiles son necesarios en una empresa, el tenerlos trabajando en una misma área es un ejercicio interesante, porque los perfeccionistas inyectarán en el ambiente un sentido de competitividad y logro, mientras que los satisfactores aportarán agilidad en la toma de decisiones, ayudando al mismo tiempo, a que los perfeccionistas se sientan satisfechos y cómodos con sus decisiones.
 La combinación exacta de perfeccionistas y satisfactores, depende de lo que cada empresa busque para sus áreas; pero de que se necesitan ambos perfiles, es un hecho.