jueves, 4 de diciembre de 2014

Cuando la Empatía ya no es suficiente para atender a sus clientes, ¿qué otro camino se puede seguir?


Entre las competencias laborales que se requiere tengan o desarrollen los colaboradores a cargo de los departamentos que reciben el nombre de client care, servicio a clientes, atención a socios, o cualquier otro nombre que designe al área que se dedique a la atención del cliente; se encuentra una que recibe el nombre de empatía, y entonces la definición que por antonomasia se nos viene a la mente para describir y explicar dicha habilidad es, “Ponerse en los zapatos del otro”.

Cientos de horas de capacitación y presupuesto invierten las empresas en sus colaboradores anualmente, esperando que se logre el tan deseado cambio de actitud sin embargo; la realidad es bastante abrumadora al percatarse que al paso de unos días o semanas, la gente sigue igual o peor de indiferente, manteniéndose con una mala actitud de servicio. La empatía al igual que cualquier habilidad blanda o soft skill, sigue siendo como indico en mis cursos de cambio de conciencia laboral, un tema de convicción es decir;  solo si uno mismo tiene el deseo firme de hacer de la empatía un ingrediente de la vida diaria; veremos, viviremos y compartiremos un cambio de actitud.

Los estudios en el comportamiento del ser humano nos han enseñado que la empatía se presenta en dos niveles, por un lado hablamos de empatizar afectivamente cuando tenemos la habilidad de percibir las emociones de las otras personas; y nos referimos a una empatía cognitiva, cuando tenemos la habilidad de imaginar lo que las otras personas están sintiendo o pensando.  Tomando como ejemplo a la industria de Centros de Contacto, encontramos que nuestros colaboradores  pueden percibir las emociones del cliente,  a través del lenguaje corporal o la voz, e intuyen un estado de enojo, alegría o tristeza;  y desde su entendimiento o bases de entrenamiento,  puede ser que crean que al decir frases como “Lo entiendo”, “comprendo”, “le pido una disculpa en nombre de toda la empresa”, etc., consideren que están siendo empáticos. Lo anterior puede no estar del todo correcto o puede no ser satisfactorio para el cliente; pues se necesitaría en todo caso que los empleados se “imaginaran” a ellos mismos viviendo la situación por la que está pasando el cliente, preguntándose: ¿Qué sentimientos experimentaría yo, si estuviera en esa situación?

Debemos ser muy objetivos y analizar que aun cuando logremos tener personal que presenten tanto una empatía afectiva como cognitiva;  seguirá permaneciendo en sus manos la decisión más importante de todas en temas de servicio “Tener el deseo de ayudar”. Querer ser de ayuda y proveerla, es terreno de otra materia que bien podría ser una habilidad nueva a buscar y/o desarrollar en todo su personal, y nos referimos a la Compasión.

La Compasión que literalmente significa “sufrir juntos”, no es ni un tema de moda, ni mucho menos un concepto que se enseña solo en las clases de budismo que algunos podríamos llegar a tomar en nuestros intentos de crecimiento espiritual; la compasión es una característica que varias personas ya presentan, o que desean desarrollar poco a poco. ¿Quién no conoce a individuos que se conmueven con solo ver imágenes de niños sufriendo de hambre al otro lado del mundo?, acción inmediata: realizan donaciones en alguna ONG encargada de llevar ayuda. ¿Quién de ustedes se ha conmovido al ver perros o gatos enfermos y abandonados en la calle?, acción inmediata: rescatar a todos los que le sean posibles.  

Los ejemplos anteriores no hablan de una simple empatía con el sufrimiento ajeno, es compasión porque nace el deseo genuino de ayudar, y se ayuda. Las personas compasivas entienden que los beneficios de este proceder no es un camino de una vía por el contrario; saben que se verán beneficiadas porque sus acciones les ayudan a ser mejores personas, agrandan sus círculos de influencia social, y contagian ese espíritu de ayuda entre la gente que los rodea.

Si consideramos que la compasión es el deseo “genuino” y no impuesto de querer ayudar al prójimo, imagínese que pasaría si tuviera más personal con esta característica atendiendo a sus clientes.  Ahora la pregunta es ¿Cómo sembramos la semilla de la compasión en nuestro personal? Podemos empezar por enseñarles que ayudar a los clientes es lo que realmente marca la diferencia entre la competencia y nuestra empresa. Contar con “gente que entiende que atiende gente”, es una ventaja competitiva a exigir en los colaboradores, una vez que la empatía o las habilidades técnicas ya no son suficientes. 

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