jueves, 4 de diciembre de 2014

El problema no es usted



Reflexionando hace poco con un colega en como se puede mover en ocasiones la política dentro las organizaciones mexicanas, hablábamos sobre un tema muy común que se suscita al interior de las mismas, y es el hecho de que tal vez se haya percatado que independientemente de la división de personalidades que algunas corrientes psicológicas hacen del ser humano, simplemente de repente se nos da por etiquetar a los colegas en dos tipos: introvertidos y extrovertidos. Algo curioso al respecto es que en la mayoría de los casos la gente vincula la personalidad de extrovertido con los adjetivos calificativos de: inteligente, eficiente, excelente orador, y hasta líder; mientras que los introvertidos pueden ser catalogados como personas miedosas, no tan inteligentes como los extrovertidos, inseguros, y hasta poco atractivos para tenerlos en cargos medios-altos o altos.
 
Lo invito a que se tome un momento y realice el siguiente ejercicio, verá que encontrará cosas muy interesantes que a su vez lo llevarán a reflexionar en cuestiones más profundas que afectan a las organizaciones en asuntos tan importantes como lo son el clima laboral, la motivación y el porcentaje de rotación.

Tome una hoja y dibuje dos columnas. A la primera de ellas póngale como título “Introvertidos Eficientes”, mientras que a la segunda la puede intitular “Extrovertidos Medianamente Eficientes”. En este momento quisiera aclarar que los títulos pueden sonar fuertes sin embargo, siempre hay honrosas excepciones y puede que encuentre algunos o muchas al momento de ejecutar el ejercicio asimismo, el objetivo es analizar los resultados, por lo que no hay necesidad de herir susceptibilidades propias o ajenas.

Una vez aclarado el punto, comience a escribir en la columna que corresponda, los nombres de sus colegas e incluso jefes. Es importante considerar algunos criterios antes de colocar algún nombre debajo de una de las dos columnas:

1. Realice el ejercicio bajo un pensamiento crítico, sin dejar que los afectos personales, apegos, o su tipo de personalidad interfiera con su decisión.
2. Cada vez que dude en donde colocar el nombre de un colega, o incluso para validar que lo ha puesto en la columna correcta, hágase las siguientes preguntas:
a. ¿Es introvertido, tímido, retraído, reservado, callado? O por el contrario ¿Es el extrovertido que gusta de la socialité, se siente el alma de la fiesta, es el chistosito de la oficina?
b. (Prueba de fuego) ¿Su colega es generador de resultados CUANTITATIVOS? Es decir, no genera discursos sublimes para hablar de promesas de venta, pronósticos de cierres, etc., simplemente entrega y en ocasiones excede los RESULTADOS en tiempo y forma.

Una vez que ha terminado el ejercicio, es posible que se haga la pregunta ¿Esto para qué me sirve? Por un lado le permite tener una fotografía clara de que elementos de la organización están contribuyendo al logro del resultado individual y global a través de resultados cuantitativos, y cuales otros a través de habilidades como “don de gente”, “carisma” o como dirían coloquialmente “buen verbo”, pueden estar ocultando su falta de capacidad para el logro de los objetivos individuales y grupales.

Por otro lado, el identificar y luego darse a la tarea de entender primero nuestro comportamiento y luego el de nuestros colegas y jefes, permitirá establecer un buen clima laboral, coexistiendo en un ambiente sano donde cada colaborador es respetado en su individualidad y reconocido equitativamente por sus logros reales.

La cuestión se complica algo cuando su jefe o jefes inmediatos no solo no comparten su personalidad, sino que además no la respetan. ¿Le ha sucedido que usted ha sido catalogado como un “ser inquieto” que tiene una mente dispersa, se auto-denomina ser un alma creativa e innovadora, que lo suyo es las relaciones sociales más que dar resultados reales; mientras que su jefe es una persona muy orientada a objetivos, poco sociable y que rara vez sale de su oficina porque está atrás del número desde su trinchera? Seguro usted terminará aburrido de sus labores actuales, dedicará su tiempo a navegar en internet y a pararse 20 veces de su lugar para ir por café y cotillear un poco en los pasillos junto con otros colegas afines a su frustración.

Ahora bien, ¿Qué pasa si en la ecuación tenemos que su Jefe es el extrovertido y usted colaborador es el introvertido?, si su Jefe lo valora por lo que aporta y no por como le sonríe, seguramente tiene una vida laboral placentera pero si por el contrario, su Jefe parece tener en alta estima, con mejores beneficios y sueldo a los que mejor sonríen que a los que mejor dan resultados; siento decirle que necesita con urgencia algún tipo de ayuda que le permita recuperar la confianza en usted mismo y en sus capacidades, a fin de de ir en busca de algo mejor. Un curso de Inteligencia emocional o social así como, algún curso de coaching ontológico (conocimiento del ser); podrían ayudarle a ver la realidad desde otros puntos de vista.

Recuerde que en el mundo perfecto desearíamos que el Jefe identificará y entendiera nuestra personalidad a fin de que pudiera asignarnos el tipo de función en la cual nos sentimos como pez en el agua, que nos incentivará en proporción a nuestra aportación a la organización, que no hubiera “hard feelings” por el hecho de que no le hacemos fiesta cada vez que cuenta un mal chiste, que fuera el Jefe mismo que quien con el ejemplo propiciara un clima laboral de equidad, confianza y apoyo; pero como le digo, esto sería en un mundo perfecto, así que si usted es el alma de la fiesta o genio mal comprendido, lo primero que debe saber es que el problema NO ES USTED, SON LOS OTROS que no se toman la molestia de entenderlo y darse la oportunidad de convivir en armonía.

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