jueves, 4 de diciembre de 2014

¿FALTA DE PASIÓN POR LO QUE HACEMOS, O SÍNDROME DEL QUEMADO (Burn-Out)?




Si fuera el caso, y precisamente en estos momentos usted está en la encrucijada de tomar una decisión sobre seguir adelante o claudicar a sus actividades laborales actuales, ¿Cuál diría que es la raíz de tal situación que le está incitando a “tirar la toalla”?, ¿Aburrimiento por ejecutar las mismas tareas con cero innovación,  o un simple y llano cansancio de no ser reconocido?
Es interesante y a la vez alarmante darnos cuenta como un gran porcentaje de colaboradores en las organizaciones, no están ejecutando su trabajo con pasión, con entrega, con responsabilidad,  con dedicación y lealtad, y sobre todo con una alineación clara entre los objetivos personales y organizacionales; una razón puede ser que se está transitando en la famosa zona de confort, la cual no es dañina para el colaborador pero si para la organización, porque los colaboradores trabajan en piloto automático, no tienen mucho interés por innovar, crear, o visionar otra manera de hacer las cosas; no se ponen retos en el día a día y de hecho no desean que alguien más se los ponga, aquí ya no hay pasión por lo que se hace y de hecho, están conscientes que el objetivo es mantener el trabajo con base a resultados medios o incluso en el peor de los casos, con base a resultados mediocres.
Ahora bien, podremos encontrar otro grupo de colaboradores que tampoco hacen su trabajo con pasión debido a que por temas de reingeniería, política laboral, mala relación con los jefes, entre otros factores; su preocupación primordial es mantener el puesto de trabajo, no dar menos de los que se pide, ni ponerse creativo; simplemente el objetivo es cumplir. Al estar en un entorno de miedo, la pasión no es precisamente el sentimiento que primero aflora en el ambiente.
Finalmente llegamos al grupo de los colaboradores cuya filosofía de trabajo y vida es “Hacer las cosas lo mejor que se pueda, y si se puede más mejor”,  a diferencia de los otros dos grupos de colaboradores que están en su burbuja de conformismo o de miedo, y que pueden incluso hasta  odiar su trabajo , este último grupo en la mayoría de los casos en verdad ama lo que hace, pero han llegado a un punto en donde los síntomas de cansancio tanto físico como mental así como, una posible disminución de la autoestima y falta de fe en como se mueve el mundo laboral, los han llevado al punto de preguntarse: ¿Vale la pena lo que estoy haciendo y sentirme de esta manera?.  En este grupo encontramos a los colaboradores que presentan el síndrome del quemado o burn-out, y las causas que detonaron llegar a este punto pueden ser variadas, desde la generación de problemas familiares por darle prioridad al trabajo, falta de tiempo para uno mismo por darle toda la atención a las responsabilidades laborales, hasta una que es de las más importantes y tal vez la menos tomada en cuenta: Falta de reconocimiento por los logros generados.
Cuando un colaborador se percata de que ha dado todo por la misma pasión que tiene hacia el trabajo, y que los beneficios materiales o motivacionales por parte de la organización hablando particularmente de los jefes directos, no están en concordancia con los resultados que se están entregando, es muy probable que se empiece a sentir un vacío interno, en donde no hay más que dar, no hay más que demostrar; y esto a su vez puede ocasionar sentimientos de confusión, de desesperanza y apatía.
 La pregunta ahora es ¿Cómo se puede volver a encontrar un equilibrio emocional?, definitivamente hay técnicas para recuperar nuestro centro y reencontrar el sentido perdido de la actividad laboral volviéndonos más creativos e innovadores, una de estas sería a través de abrazar y ejecutar los principios  del Coaching Ontológico, el cual nos dice que al volvernos “observadores diferentes”, desarrollamos una mirada sistémica que nos ayuda a interpretar la realidad de forma diferente, permitiendo encontrar soluciones en donde antes solo veíamos problemas y desesperanza,  aunque también no hay que perder de vista que siempre existirá otro camino que lejos de ser una derrota puede ser la puerta a nuevos horizontes retadores y más gratificantes: Cambiar de trabajo.

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